A mi me llegaron noticias de esta carrera gracias a Victor Chiwy y Luigi, los cuales hablaban maravillas al igual que de salvajada por partes iguales:
"¡Que si una pasada!
¡Que si agua y barro hasta las orejas!
¡Recorrido por plena selva!
¡Que si muy peligroso!
¡Que si muy peligroso!
¡Y mas y mas y mas!!!!
Por lo que este año tenía que probar de primera mano todo aquello.
Para la inscripción no tuve mas problemas que el idioma, porque los portugueses en estas cosas del trail o trilhos como lo llaman ellos, creo que van un paso o dos por delante de nosotros. Ellos para así asegurarse el turismo guardan una parte de los dorsales destinados a extranjeros, por lo que la legión de españoles la tenían asegurada y así fue.
Como la carrera salía a las 8 de la mañana (hora local), reservé hotel para el fin de semana en la misma localidad y así me aseguraba una buena ducha de agua caliente para sacudirme aquel barro del que me hablaban y de pasar un finde con Laura por tierras portuguesas.
En el hotel coincidíamos un buen grupo de españoles, Luismi de Plasencia acompañado de su padre, el gran Felix Hurtado y familia, el cual nos dio grandes consejos de la carrera tanto a mi como a Luismi, los pacences Guerra, Perozo y Alvés y la legión de cacereños, Luigi, Chiwy, Marianne, Bombón, Antoine y Javier.
Una cena familiar
Como lo pasábamos cenando, Felix dandonos consejos y mientras tanto Luismi, su padre, Luigi y yo a lo nuestro. El Luigi quería cenar pollo y no le entendían, por lo que se puso a decirme a la camarera "pio pio, pio-pio".
Y pronto cada mochuelo a su olivo; es decir, cada uno a su habitación.
Sonaba el despertador, ni me acuerdo a que hora y a desayunar de nuevo todos juntos, ya las bromas eran diferentes, el personal estaba mas concentrado en lo que nos esperaba.
Ya en el pabellón o mercado de donde salíamos, los nervios se marcaban aún mas en la mayoría de los corredores.
Revisión de materiales por los voluntarios y ya metidos en el corralillo en el que nos hacíamos unas últimas fotos, nos despedíamos de familia de Felix, padre de Luismi y de Laura a los cuales veríamos en el km 30, donde según fuese, mi idea era decir adiós a la carrera.
Y por fin la salida, la táctica no era otra que pasarlo bien e ir el Luismi y yo juntitos.
Tras un primer km por Miranda, donde me cogieron en el único momento serio, al estar concentrado en no caerme bajando aquellas escaleras.
Los primeros km fueron muy rápidos para ser una carrera de 52 km, el personal iba muy serio, nadie hablaba, aquello parecía una procesión de Semana Santa en vez de carrera.
Poco a poco nos íbamos introduciendo en aquella selva en la que el agua y el barro iban a ser protagonistas, pero mucho menos que en el año anterior, según nos comentaron luego.
Durante unos km coincidiríamos con Jose de Villanueva Corre y mas tarde con su compañero Julio, los cuales iban mas rápidos, por lo que les invitamos a que se fuesen hacia adelante.
Luismi y yo a lo nuestro, seguramente eramos de los que mas hablaron durante toda la carrera, si es que no callábamos, vaya dos.
Durante otros km coincidiríamos con unos gallegos, uno de ellos muy parlarchin también, una pena que al estar lesionado solo correría hasta el primer avituallamiento, donde abandonaría, hubiera sido un buen aliado para nosotros. Decía el tío que era de Cadiz con su acento gallego, buen tipo se le veía.
Como ya dije en otras ocasiones los portugueses buscan debajo de las piedras si hace falta para hacer mas divertido el recorrido. Nos harían pasar por un túnel en subida por el que pasaba bastante agua, la verdad daba un poco de miedo, si voy solo no paso ni loco, jeje. Tengo que decir que fue divertido.
Los km tardaban en caer, ya que en muchos tramos ya no solo de que fuera imposible el correr, hasta el andar era un poco peligroso.
Sobre el km 25 Luismi empezaba a tener problemas de cuadriceps, por ahora solo eran pequeñas molestias que no le impedían correr.
Llegábamos al avituallamiento del 30, donde si hubiera ido mal, hubiera abandonado si o si, iba mentalizado para ello, pero iba como una rosa, aunque una rosa con mucho barro,jeje.
Allí nos esperaban Laura, padre de Luismi, y Hugo e Inés.
Echábamos un rato con ellos. si para nosotros llegar hasta allí fue todo una aventura, para ellos y aunque fuera en coche parece ser que también lo fue.
A partir de aquí los problemas de cuadriceps para Luismi se agravaban por lo hubo algunos km que esa alegría que nos caracterizo durante toda la carrera la dejábamos para mejor momento.
En el avituallamiento del km 37 la organización daban unos bocatas a la plancha que nos supo a gloria, yo acompañaba el bocata con una cerveza, hasta repetía bocata y cerveza.
A Luismi el bocata le repuso por completo, unos minutos antes iba desanimado y con muchos problemas físicos y fue comerse el bocata y reiniciarse por completo.
En el km 42 nos volvíamos a encontrar a Laura y compañia, que alegria nos daba volver a verlos.
Ya solo nos faltaban 10 km, los mas fáciles según perfil, aunque con muchas sorpresas, sobre todo del km 47 al 50, donde nos llegaba el barro por encima de las rodillas en muchos puntos, fue divertido la verdad.
Y como el que no quiere la cosa y después de 9 horas, allí íbamos el Luismi y yo corriendo por las calles de Miranda buscando la meta. Al ver el arco y ver que ya lo teníamos, nos marcábamos unas entrada triunfal, de esas que nos gustan a nosotros (vaya dos)
En resumen, carrera muy bien organizada, divertida como les gustan a los portugueses y muy muy dura, a la vez que peligrosa. Según veo, creo que es una carrera para ir a disfrutarla y no para competirla, ya que hay zonas altamente peligrosas.
De aquí a por una ducha, al igual que enjuagar toda la ropa y zapas en una pila del hotel.
cena, charla coloquio de lo vivido con la legión de cacereños y Felix y pronto a la cama.
Para el domingo tocaba turismo por Coimbra y vuelta a casa.
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